Crónica parlamentaria: El futuro de la función de RR.HH.

Crónica parlamentaria

Primera Sesión del Parlamento de Recursos Humanos

“EL FUTURO DE LA FUNCIÓN DE RR.HH”

No se puede negar que en los días previos a la celebración del Parlamento de los Recursos Humanos había cierto nerviosismo en el grupo escRHitores. Se enfrentaban a un reto novedoso en un escenario imponente, el auditorio Pérez Llorca, y aunque no estaban solos porque contaban con la colaboración de DCH, la organización internacional de Directivos de Capital Humano, había un cosquilleo que recorría los estómagos de escRHitores. ¿Sería lo suficientemente atractivo el formato del Parlamento de los RRHH para convocar al público? En la mente de todos estaba aquella obra de teatro a la que solo acudió un espectador y la presentación de un libro de una pareja famosa del mundo de la televisión que en toda una tarde de firmas en un gran centro comercial solo consiguió atraer a dos lectores. Pero el grifo de las inscripciones estaba abierto, como una vía intravenosa que iba goteando suero al convaleciente, y poco a poco fue subiendo el número de asistentes registrados hasta permitirnos pensar que la convocatoria tendría éxito.

Siempre existe un compromiso claro de los actores con la obra que van a representar. Haya público o no lo haya. El momento en el que se abre el telón es determinante para saber a qué tipo de público se enfrentan los comediantes y por fin, tras unos días de tremenda inquietud, el jueves 14 de junio a las 18:45 el telón se abrió… y dejó ver un público que llenaba expectante el salón de actos.

Un breve discurso de apertura del acto de Juan Carlos Pérez Espinosa, (presidente de DCH), una bienvenida al público y presentación del proyecto El Parlamento de los RRHH por parte de Luis Expósito, (director de RRHH de Mediaset), la presentación del grupo escRHitores y la explicación de las normas del Parlamento por parte de Rosa Allegue y la bienvenida al foro Pérez Llorca por parte de Luis Enrique Fernández Pallarés. El silencio y la penumbra se adueñaron de la sala. Se sucedieron aquellos segundos que siempre parecen eternos. Se oyó la música de los timbales. El espectáculo daba comienzo.

Aunque la mesa presidencial, integrada por Rosa Allegue y Luis Enrique Fernández Pallarés  ocupaba, como corresponde, un lugar preferente, la escena se iluminó para un Luis Expósito solemne, sólido, seguro de sí mismo, que fue construyendo un discurso paso a paso para defender la función de los recursos humanos. Con un tono firme hizo un repaso de la evolución de los recursos humanos desde el siglo pasado hasta los momentos actuales, en los que, según él, la función tiene una posición más ligada a la estrategia de la compañía, con dependencia directa del CEO y pertenencia al comité de dirección. Con los focos centrados en él, Luis Expósito, con una sensación de soledad hiriente y la certidumbre de que encontraría una réplica dura en los parlamentarios de la oposición, habló del crecimiento de las asociaciones profesionales, de la vitalidad de la función, del desarrollo de las aplicaciones informáticas y terminó por ganarse al público cuando llenó su discurso de calidez humana al afirmar que lo clave para el futuro de la función será la gestión del talento y de las personas.

“La función de RRHH en el contexto de la 4ª revolución industrial,
ha de asumir un papel protagonista, como impulsora de la digitalización y
la humanización de las organizaciones”
Luis Expósito

 

En este punto la presidenta se mostró inflexible y, al llegar al límite de cinco minutos establecidos para su intervención, privó a Luis Expósito del uso de la palabra y se lo concedió a los tres implacables parlamentarios replicantes. Juan José Valle-Inclán, Lorenzo Rivarés y Carlos Cid se comportaron como lobos de una manada hambrienta y lanzaron unos ataques sincronizados para hacer daño a su víctima en distintos flancos con argumentos como la descentralización de la gestión de personas, la agilización de las tareas administrativas tradicionales, el trabajo por proyectos sin pertenencia a la plantilla de la empresa, el trabajo a distancia y la externalización. Especialmente brillante fue la metáfora lingüística de Carlos Cid al atribuir a la gestión de recursos humanos una función adjetiva en lugar de sustantiva, lo que es tanto como decir que la función de recursos humanos resulta suprimible.

 

“La función de recursos humanos irá perdiendo peso en tanto y
en cuanto no sea capaz de estar cerca del negocio, de la estrategia, de la transformación digital,
y no se convierta en propulsora y gestora del cambio.
Juan José Valle-Inclán

 

Luis Expósito tuvo un turno de réplica de tres minutos en el que bastante hizo con defenderse de los argumentos encarnizados y perfectamente planificados de sus opositores. Fue en este momento en el que la presidenta Rosa Allegue, cumpliendo con unas normas que habían sido perfectamente definidas, dio por concluido el feroz combate dialéctico de los parlamentarios para hacer un resumen de lo acontecido en la sesión hasta el momento y dar paso a un primer turno de tres preguntas por parte del público asistente.

Para entonces los espectadores se habían familiarizado con el novedoso formato, habían reído con las intervenciones de los parlamentarios y terminaron por implicarse en las discusiones tomando partido bien por el defensor o bien por los replicantes. El debate ganó en dinamismo y exigió mayor espontaneidad a los parlamentarios. Quizás el público se inclinó en favor de la inferioridad numérica de Luis Expósito y con sus preguntas equilibraron el debate al plantear incisivas cuestiones en defensa de la función de recursos humanos.

Inolvidable será la pregunta de una espectadora en referencia al salario emocional, aunque el parlamentario Lorenzo Rivarés se esforzó en demostrar que lo que no sea retribución económica no tiene valor: “Salario emocional… palabras vacías” se atrevió a afirmar ante un público que en aquellos momentos se había identificado claramente con el formato de debate y se había decantado por el parlamentario defensor Luis Expósito, en parte por compensar su inferioridad numérica y en parte porque el público se identificaba con su discurso en pro de la función de recursos humanos.

Al terminar el primer turno de preguntas se produjo la intervención del letrado de la cámara D. Luis Enrique Fernández Pallarés que insistió en la influencia de la robótica, lo que dio nuevas fuerzas a los parlamentarios replicantes, que sabedores de que su tiempo se agotaba, recogieron algunas de las palabras de Luis Enrique Fernández y argumentaron que la robótica será en el futuro inmediato un factor que posibilitará el estrechamiento de las capacidades y las funciones de los departamentos de recursos humanos. En este turno de palabra los parlamentarios replicantes, insistentes, incisivos, a fuerza de repetir y repetir la idea de que algunos de los conceptos básicos son palabras vacías y de que la función en general es una función adjetiva, estuvieron a punto de conseguir su objetivo e imponer su criterio.

A continuación se produjo un nuevo turno de tres preguntas del público y tras poco más de una hora de intensidad parlamentaria la mano firme de Rosa Allegue dio paso a las conclusiones, a una ronda de agradecimientos y a un vino español necesario para que los asistentes pudieran intercambiar opiniones entre sí y conocer un poco más de cerca a los parlamentarios. Fue un final de sesión agradable, como el sabor que deja un buen café en el paladar o la sensación de una buena película que se hace demasiado corta, lo que hizo que el público se preguntase cuándo habría otra sesión parlamentaria.

La conclusión que se puede sacar es que el estreno del proyecto ha sido ilusionante y abre multitud de posibilidades para una segunda sesión parlamentaria. El formato del Parlamento de los Recursos Humanos es válido para facilitar el debate y la reflexión entre los profesionales.